Una inyección en el abdomen de células madre ha sido suficientes para que ratones con progeria multipliquen por tres su supervivencia. La enfermedad es la que en los humanos se conoce como de envejecimiento prematuro y hace que niños de 10 años, por ejemplo, tengan el aspecto y el estado de salud de un anciano. No tiene tratamiento ni cura, y la esperanza de vida de los afectados es muy corta (alrededor de los 14 años). Se da aproximadamente en uno de cada ocho millones de nacimientos. El trabajo se publica en Nature Communications.
El ensayo, en sí mismo, era muy sencillo. “Inyectamos células madre de ratones jóvenes y sanos en el abdomen de ratones con 17 días de edad y progeria”, explica Johnny Huard, del Departamento de Cirugía Ortopédica y Microbiología y Genética Molecular de la Facultad Pitt de Medicina (Pittsburg, EE UU). “Típicamente estos animales mueren alrededor de los 21 o 28 días de edad, pero los animales tratados vivieron mucho más, alguno incluso más de 66 días. También tenían, en general, mejor salud”.
El mecanismo de actuación de las células madre no está claro. La primera idea, que se dedicaban a reparar los órganos prematuramente envejecidos hubo que descartarla, porque no se observó que las células migraran y regeneraran nada, aunque sí se vio que aumentaba la producción de vasos sanguíneos en el cerebro. Por eso, Laura Niedernhofer, del Instituto para el Cáncer de la Universidad de Pittsburg, cree que lo que sucedió fue que estas células segregaron “factores para crear un entorno que ayuda a corregir la disfunción existente en las células madre nativas y en el tejido envejecido”.
Para comprobar este aspecto, “en un experimento, cultivamos células madre jóvenes cerca –pero no tocando- a células madre de ratones con progeria, y las células enfermas mejoraron funcionalmente”, añade Niedernhofer.
A falta de más detalles sobre el trabajo, Federico Pallardó, del Centro de Investigación Biomédica en Red para las Enfermedades Raras (Ciberer), una de las cuales es la progeria, opina que “el trabajo parece muy interesante”. “Las células que utilizan son células progenitoras derivadas de musculo de animal joven y al inyectarlas en el animal con senescencia aceleradas mejora su masa muscular y su actividad y sobre todo su vida máxima. Aunque el aumento es de tres veces -pasan de 21 días a 60 días- es muy inferior a la vida media de un ratón”, indica el investigador. “La importancia del trabajo radica en la posibilidad de aislar las sustancias que producen estas células y que actúan de forma trófica o como factor de estimulación de la proliferación celular. Esto en el caso del músculo es muy importante para frenar la sarcopenia [pérdida de masa muscular y fuerza], que es una de las complicaciones más graves y frecuentes en el envejecimiento humano”.
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